miércoles, 23 de marzo de 2011

Filosofía de la UNA en Panamá





Nuestro director, el Dr. Eduardo Saxe Fernández participa en actividades académicas en la Universidad de Panamá.
En esta oportunidad dictará la conferencia:¿LA FILOSFÍA EN LA ENCRICIJADA? para estudiantes y académicos del Departamento de Filosofía de esta casa de enseñanza canalera.

En la mañana de hoy se realizó un taller sobre COLAPSO ECOSOCIAL MUNDIAL, donde se incitó al debate y la crítica filosófica.

Se abordaron entre otros temas:
  • Los conceptos engañosos
  • Los problemas de la civilización occidental: cristianismo-monoteísmo, capitalismo-economía con crecimiento infinito.
  • El peligro termonuclear
  • El peligro ontológico
  • Colapso mundial o crisis de Occidente
  • Dilemas éticos: del Titanic, de como cortar la rama del árbol en que vivimos.
Las actividades se extenderán el día de hoy 23 de marzo, mañana jueves y el viernes.
El Dr. Saxe, viaja acompañado del Dr. Juan Gómez Meza, académico de la Escuela de Filosofía de la UNA, quien también impartirá el día de mañana la conferencia FILOSOFÍA Y TEORIA QUEER, además de un conversatorio con activistas de la comunidad GLBTT de Panamá, académicos y estudiantes de Filosofía.

Recordemos que estas actividades tienen como objetivos establecer y profundizar vínculos y cooperación entre académicos/as y estudiantes de ambas unversidades, y sobre todo exponer la propuesta de la UNA sobre una filosfía significativa, un pensamiento dialogante.

Compartimos estas fotografías y agradecemos a la Universidad de Panamá, al Departamento de Filosofía, a la señora Decana de Humanidades y sobre todo a la Dra. Urania Ungo por su hospitalidad y por permitir y generar este espacio de diálogo.

lunes, 7 de marzo de 2011

Tareas para la Facultad de Filosofía y Letras

Eduardo E. Saxe Fernández
Director
Escuela de Filosofía
07-03-2011

Colegas de la academia y la administración, así como estudiantes, me han instado a proponer mi candidatura para la Decanatura de la Facultad de Filosofía y Letras. Comparto con esas personas la necesidad de un cambio profundo en la Facultad que nos permita recuperarla y avanzar hacia nuevos horizontes.
Ciertamente, la Facultad en primer término debe buscar proyectarse a toda la universidad, porque nuestras actividades académicas son necesarias para el conjunto de la UNA, conjuntamente con las Artes, la Historia y las Matemáticas, así como con nuevas herramientas tecnológicas incluyendo las TICs. Es decir, la FFL debe ser transversal a todas las facultades. ¿Por qué? Estudiantes y profesores/as, toda la administración, hablamos y escribimos la lengua española y también debemos utilizar lenguas modernas extranjeras; similarmente utilizamos a diario libros, revistas, periódicos, documentos e información; además estamos insertos e involucrados estructuralmente en procesos regionales latinoamericanos, y la problemática sexual y de género, en particular de las mujeres y otros sectores discriminados por esas razones, es de primera importancia. Igualmente, todas las personas de la UNA creemos o no creemos en religiones y esas preocupaciones y creencias son de la mayor relevancia en nuestras vidas; y finalmente, por ser humanos pensamos y reflexionamos sobre nosotros, sobre la sociedad y sobre el mundo, de manera que la filosofía también es necesaria para el conjunto de la institución, incluyendo las dimensiones éticas, epistemológicas y estéticas, al menos.
Reafirmar ese carácter transversal de la FFL en la UNA ha de ser una tarea central en el próximo quinquenio, para superar los traumas y graves deterioros provocados por las estrategias y políticas de lo que hemos llamado la universidad pública “comercializada” de quienes han dirigido en los últimos dos decenios la Facultad y la UNA. Efectivamente, por ejemplo, la ética ha sido sustituida por ideologías mercantilistas estrechas y la reflexión epistemológica ha sido desplazada por la simple asunción de algunas técnicas procedimentales prácticas. El carácter transversal de la FFL también contribuirá en importante medida en el proceso de reconstrucción del Centro de Estudios Generales, emprendido por la nueva administración de ese Centro, al permitir comprender al CEG como el “gemelo inverso” de nuestra facultad, ya que el CEG debe tener en su seno la presencia del conjunto de las unidades académicas de la UNA. La FFL debe regresar activamente al CEG, a la par de las otras unidades académicas de otras facultades, para que el CEG sirva realmente como puerta de entrada a la UNA, en la que el estudiantado logre compenetrarse con lo que se realiza académicamente en la institución y logre entonces, orientarse vocacionalmente y acceder al mejor conocimiento que hayamos podido desarrollar.
El otro aspecto fundamental es la orientación académica que debe emanar de la Decanatura y del mismo Consejo Académico de Facultad, muy ausente en los últimos tiempos. Promover tareas conjuntas, no solo administrativas sino fundamentalmente alrededor de las temáticas que preocupan o entusiasman a la humanidad, al país y a la misma universidad. Hace falta, así, propiciar la transversalidad interna de nuestros dos institutos en la misma Facultad, para que actúen como catalizadores y coordinadores de iniciativas y actividades.
Respecto a las demás unidades académicas, considero que es muy necesaria y urgente la creación de una Escuela de Lenguas Modernas, separada de una Escuela de Lengua y Literatura: tanto por las dimensiones que ha adquirido la enseñanza de lenguas modernas como por el deterioro que ha sufrido el área de lengua y literatura, por ejemplo al ser eliminada su participación en el Centro de Estudios Generales (junto con Filosofía e Historia). La nueva Escuela de Lenguas Modernas no requeriría en (digamos) los primeros cinco años, de financiamiento del presupuesto oficial para el aparato administrativo que haría falta, ya que se puede sufragar con recursos de los programas de venta de servicios, hasta que la institución haya realizado las gestiones necesarias para normalizar esos nuevos gastos presupuestarios. Esa Escuela de Lenguas Modernas deberá además aumentar aún más sus dimensiones, ya que tenemos una tarea urgente en la institución, que es garantizar un bilingüismo efectivo a todo el personal académico y administrativo y sobre todo al estudiantado. Por su parte, la resultante Escuela de Literatura y Ciencias del Lenguaje podrá concentrarse en esas áreas del conocimiento tan fundamentales, y proyectarlas a la institución, incluyendo al CEG.
Mediante un fideicomiso proveniente de los programas de ventas de servicios, la FFL podría financiar y erigir una nueva edificación (tal vez junto a la Biblioteca Infantil), que albergase la nueva Escuela de Lenguas Modernas, la Biblioteca de la Facultad (“Jaime González Dobles”), una soda y oficinas para el personal académico.
La Escuela de Bibliotecología, Documentación e Información tiene tareas trascendentales en el futuro inmediato de la UNA y el país, especialmente por las urgencias de desarrollar a fondo el área de “Información” y de lograr la vinculación orgánica e intrínseca con el SIBUNA. El área de información está en crecimiento explosivo desde hace rato y los problemas y tareas implicados superan con mucho todo lo que pudiera hacerse desde las áreas puramente teecnológicas, haciéndose imprescindibles los aspectos de lengua y de conceptos, por ejemplo. A muchas personas nos parece inconcebible la actual separación que existe entre estas dos instancias (Escuela de Bibliotecología y Sistema de Bibliotecas), y señalamos que, por ejemplo, si contásemos con una Facultad de Medicina y un Hospital Universitario, pues es lógico que mantendrían estrechos vínculos. El SIBUNA padece graves deficiencias que afectan negativamente la investigación, la docencia y la extensión, que la Escuela podría coadyuvar a superar. El estudiantado de la Escuela de Bibliotecología debe tener como su laboratorio “natural” al SIBUNA, incluyendo el desarrollo de proyectos de graduación.
Las escuelas de Ciencias Ecuménicas de la Religión y de Filosofía necesitan mayor apoyo y proyección al interior de la UNA y a nivel nacional, y en la Facultad su participación se hace necesaria para que los proyectos y programas adquieran profundidad y mayor significado para las personas involucradas en ellos. Una de esas tareas, insisto, es renovar la presencia de estas dos temáticas en el CEG y en todas las otras facultades. Conjuntamente, estas dos escuela podrían impulsar perspectivas “interculturales” desarrollando otros conocimientos religiosos y filosóficos de diferentes culturas y civilizaciones, incluyendo las indígenas y de origen africano en nuestro continente y subregión.
Ya me referí a los dos institutos, que han venido realizando importantes esfuerzos, los cuales hace falta vincular con y aunar a los correspondientes de las escuelas.
Las áreas de investigación y de extensión, pueden ser utilizadas como instrumentos dinámicos para reintegrar la parte comercializada de la UNA que representan los posgrados. Articulando los trabajos de graduación de grado y de posgrado con los proyectos de investigación y extensión, se posibilitará un mejoramiento sustantivo de la calidad académica y los posgrados empezarían a articularse orgánicamente con sus mismas unidades académicas.
Empeñémonos en buscar y construir una Facultad y una Decanatura dinámicas, con ideas y consistentes académicamente. Es lo que hace falta y es lo que me han solicitado encabezar. No obstante, aunque me siento halagado por esa confianza, no puedo en estos momentos asumir la tarea. Nunca he buscado hacer carrera en estas funciones administrativas y cuando he actuado en ese sentido ha sido sobre todo a solicitud de estudiantes y colegas y para apoyar a la Escuela de Filosofía, y solamente durante períodos relativamente cortos. Más bien, creo en las personas jóvenes y talentosas, yo mismo participé hace ya algún tiempo (1973), en el arranque de la UNA siendo aún muy joven, recibiendo entonces la confianza de “los mayores“. La juventud tiene no solamente energía sino nuevas y necesarias capacidades analíticas y políticas. Solamente las nuevas generaciones de estudiantes y académico/as podrán recuperar las dimensiones políticas democráticas hoy escamoteadas en esta UNA, “hiper reglamentada y ultra excluyente” (Si acaso un 5 o un 10 por ciento del total de personas que estudiamos o trabajamos en la UNA, votamos directamente en los procesos electorales; no votan interinos/as -más del 65% del profesorado-, y vota solamente un reducido número de “representantes” estudiantiles y administrativos).