miércoles, 18 de agosto de 2010

Desafíos contemporáneos para el socialismo en Cuba.

(A propósito de las reformas político-económicas en la

fase actual de la revolución)

Hermann Guendel[1]

Resumen:

El siguiente ensayo analiza el origen e impacto del actual proceso de rectificación que las autoridades gubernamentales cubanas llevan a cabo, considerándolo como la respuesta a lo que he denominado “desfase superestructural” provocado por la aplicación del S.D.P.E.

A nuestro juicio el proceso de rectificación constituye, estructural y superestructuralmente, una nueva fase de construcción del socialismo en la isla desde una lectura coherente con lo que ha sido, hasta hoy, la constante política de la revolución: la reivindicación del ser humano como gestor de su realidad histórica.

Palabras clave:

Proceso de rectificación, socialismo, dignificación humana, respuestas superestructurales y estructurales.

“renaces de nuevo en mi alrededor

y alimentas en mí otra vez la

aspiración de luchar sin descanso”

Goethe.

El socialismo llego a América Latina por sus puertos, se trató en principio de un discurso que formaba parte de la identidad de los inmigrantes europeos que rápidamente dio lugar a la auto-identificación de los latinoamericanos como seres humanos, es decir, poseedores de necesidades reivindicativas y posibilidades de materialización histórico-política. El ideario socialista, a través de su visión ético-política, permitió la visibilizaciòn de multiplicidad de sujetos e identidades, fracturando con ello los imaginarios regionales creados por los distintos procesos de blanqueamiento, al abrir el reconocimiento de la diversidad material humana como identidad de la región. Con su propagación, la configuración de alternativas reivindicatorias socialistas de identidades, géneros, culturas y ecosistemas en abierta oposición a los mecanismos deshumanizantes del capitalismo, crea una apertura a pensar un “humanismo de la absoluto historia”[2] comprensible y necesario, pues la diversidad de realidades humanas requieren que lo social sea centralizado en torno a la dignificación de la persona.

Es cierto que en América Latina el ideario socialista se ha revitalizado en distintos momentos, pero solo se hace consolidable luego la revolución cubana, porque su alternativa se vuelve esperanza de todos. Hoy, a poco mas de cien años de su aparición en nuestra región, las propuestas socialistas permiten que América latina este creando una nueva época de reivindicación cuyos alcances pueden ser mayores a los que se tuvieron en otras latitudes.

  1. Antecedentes de la reforma político-económica

La revolución socialista cubana ha pasado por seis fases diferentes de organización económica: desde la liquidación del capitalismo, la introducción del modelo económico de planificación central, el debate en torno a los modelos modelos económicos socialistas alternativos, entre 1971 a 1985 las reformas económicas bajo el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (S.D.P.E.), y finalmente, a partir de 1986, el llamado proceso de rectificación (P.R.), cuyo objetivo consiste en encontrar los medios para materializar sus alcances reivindicatorios sobre vivienda, trabajo y productividad, apartándose de la descentralización y el uso del mecanismo económico del mercado que fue impuesto, en el marco las reformas económicas, al socialismo histórico europeo.

Los antecedentes inmediatos de proceso rectificación se encuentran en el nombramiento en 1984 de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) que asume la preparación del plan económico 1986-1990. Desde ahí, el proceso de rectificación apunta directamente a oponerse a los impactos directos de los procesos de descentralización y liberalización que se ponen en boga con el S.D.P.E, así como a las claras distorsiones que nivel de la estructura política y social, creada por la revolución, cubana estos tenían.

Uno de esos impactos, a nivel político, fue visibilizado por el mismo Presidente Fidel Castro como la disminución del papel del Partido Comunista como actor reivindicativo de su pueblo[3]

Así, el proceso de rectificación reconvierte: lo que fue traspasado a un actor privado bajo la forma de cooperativa de propiedad común, regula de un modo más estricto la libre contratación de trabajadores y mecanismos de autoempleo, lo mismo que servicios privados de peluquería, sastrería, reparación y, trabajos profesionales en educación y contaduría.

Con el P.R., el estado se convierte en socio obligatorio en la compra y venta de bienes como mecanismo para prevenir el desarrollo del mercado libre de transacciones con motivo de lucro, dirigiéndose entonces a regular y aumentar la producción de bienes en diversas niveles, así como a reducir las importaciones promoviendo las exportaciones; para 1986 el P.R propone 28 medidas dirigidas efectivamente a limitar los efectos estructurales desarrollados por el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía.

Contrario a lo que un juicio apresurado podría concluir, la desintegración del socialismo histórico europeo no es causa directa de las rectificaciones económico-políticas en Cuba, su verdadera causa material e histórica es el efecto distorsionador creado por el S.D.P.E. sobre la estructura social y política que produce, simultáneamente, un impacto desfasador sobre la organización superestructural creada por el gobierno revolucionario.

Con el S.D.P.E., la revolución cubana se había lanzado a una reconstrucción del nivel de vida de su pueblo, con el objetivo de responder a los problemas de vivienda, bajo salario, precios de los productos de primera necesidad, problemas de transporte, bajo salario, agresión imperialista, disminución del 13% en el turismo y el inmenso costo para el estado de la subvención alimentación que alcanza $1 mil millones al año.

Las reformas económicas en Cuba no se aplican, por tanto, como respuesta a una coyuntura geopolítica generada por la situación internacional en la que se traduce desarticulación del socialismo histórico europeo, aunque el efecto inmediato sobre la realidad cubana fue una depresión del nivel de existencia material que generó un rápido ascenso de la oposición interna al régimen, en su punto mas alto esta llegó a representar poco mas del 20% de su población. En realidad el proceso rectificación constituye una segunda fase en la revolución socialista que pretenden cubrir y solucionar los problemas materiales de existencia concreta en cuatro grandes áreas: la empresa, el turismo, el agro, y el mercado interno de equipos y casas de habitación; separándose, de manera radical, de los efectos negativos que el S.D.P.E. género a nivel estructural en la sociedad cubana.

Como respuesta socialista, se pretende generar seguridad alimentaria y laboral recurriendo la configuración planificada de un actor económico privado nacional e internacional; el factor externo su vuelve interno y, el interno se vuelve el externo, pues se visibilizan insuficiencias reivindicativas.

Cuando Cuba decide iniciar el experimento de un proceso de dolarización, hacia inicios de la década de los 90, el régimen enfrento el riesgo de que la apertura de una economía de mercado se tradujese rápidamente en apertura política a intereses extraños y opuestos al mismo[4], pues bajo el modelo de las reformas económicas los cubanos podían ser propietarios de pequeñas y medianas empresas y se les permitía, simultáneamente, el acaparamiento de capital.

Como era de esperar esta concesión económica generó distorsiones dentro la sociedad cubana, visibles como divisiones en el nivel material de vida de la población producto de posesión de capital, aunque no como producto de reorganización de clases económicas, algo de por sí muy cercano a hacerse real si en efecto Cuba hubiese seguido por la misma dirección por la que transitaba.

Un caso muy evidente de esta situación de “desfase estructural” lo constituye la irrupción de los restaurantes privados o “·paladares”, que en su momento de mayor auge llegaron a sumar la cifra de 1.562 en todo el país. Esos paladares han sido el centro de todo un sistema económico paralelo que aprovecha los logros generados por la revolución socialista en favor de intereses privados, distorsionando con ello los alcances reivindicativos de la revolución al generar un clima de perversión de la moral revolucionaria y favorecimiento de la corrupción en sectores administrativos bajos y medios del gobierno y de municipalidades[5].

Se produce, asociado a ello, una rápida reaparición del problema de las drogas y prostitución en torno al turismo y el sector privado de venta de servicios, se provoca entonces una división social por tenencia capital, algo que fácilmente es transformable inversión de capital, o sea en división social por constitución de clases. Este sería el mayor riesgo que podría presentarse, pues produciría un debilitamiento estructural en el modelo socialismo que puede, finalmente, desarticular la región superestructural moral e ideológica de esa sociedad ya de por si afectada por ese desfase.

El proceso de rectificación más que ser un proyecto económico, es un proyecto político que persigue configurar, para Cuba, un régimen sólido y propio de existencia, anticipando la percepción errónea, por parte del imperialismo estadounidense, de ese desfase estructural como manifestación sintomática de la decadencia del régimen.

De esta manera las reformas manifiestan un esfuerzo de reconsolidación estructural y superestructural revolucionaria frente a los retos reales que plantean la inversión extranjera y el contacto del pueblo cubano con sectores ideológicamente antagónicos al régimen que, se prevé, distorsionarían el imaginario político cubano haciendo pensable al menos, en sectores medios de jóvenes y profesionales, como posible el regreso del capitalismo en la isla. El proceso rectificación como reforma constituye entonces una respuesta anticipada a la percepción posible de debilitamiento del régimen por parte del imperialismo. Así, el régimen cubano inicia el P.R.[6] como medida preventiva de mediatización efectiva de un escenario de radicalización del bloqueo económico.

No se trata entonces simplemente de una respuesta al contexto, o de una improvisación que carece de sentido, sino más bien de un proyecto de planificación y previsión que parte del postulado de radicalización de la agresión ideológica y política imperialista.

  1. Efectos estructurales y superestructurales

La estructura de la sociedad cubana durante años ha procurado la igualación social bajo el criterio de su igualdad como colectivo humano, esto ha implicado definitivamente que el estado haya debido asumir tareas de reivindicación que, de otro modo, serían imposibles de lograr.

Por supuesto que el inmenso costo económico de esta reivindicación integral ha implicado para Cuba que, pese a la capacidad productiva de su suelo y subsuelo y del compromiso ético-político de la mayoría de la población económicamente activa (constituida por 6.5 millones de personas), se produzca un enorme déficit económico que fácilmente se ejemplifica con los costos de sostener un sistema de seguridad social de salud que cubre a 1.200.000 pensionados provocando una cifra negativa para el estado de alrededor de 700 millones de pesos [7]

En el contexto de las reformas económicas, favorecidas por la política de la antigua Unión Soviética antes de su desaparición, Cuba desarrolló el sistema de índice de planificación que pretendía hacer del sector privado y el libre mercado actores resolutorios de las dificultades económicas. Con esto se lanzó a atraer la inversión extranjera y a abrir el consumo de bienes, así como su obtención, bajo la lógica de desregularización del mercado, partiendo del supuesto de que la superioridad de la producción privada anula la limitación de la producción estatal y aumenta su capacidad de respuesta reivindicatoria. La consecuencia de esto fue lo que Alfonso Haroldo llama resquebrajamiento del área social del proyecto revolucionario[8]. La población cubana, convocada permanentemente a la movilización política en defensa de su revolución, se desilusiona con el proyecto político, la gobernabilidad en el bloque histórico socialista cubano se altera, generando la inclusión en la sociedad civil de espacios de organización y opinión autónomos que promovieron un clima de debate y ascenso de la oposición, a tal grado que en su momento más agudo llegó a contar con el 23% de la población interna[9].

Así, la recurrencia al actor privado permitió el desarrollo de un modelo de acumulación de capital que generó la percepción de que se podía reproducir el nivel de vida alcanzado prescindiendo, al menos parcialmente, los servicios del estado, esto favoreció la irrupción de miles de microempresarios urbanos y rurales, la organización de empresas nacionales descentralizadas y el atesoramiento de considerables sumas de dinero que eventualmente se podrían transformar en capital[10]

El S.D.P.E. generó un nuevo escenario social donde la irrupción de nuevos actores sociales vinculados al mercado mundial se distancian y diferencian del resto la sociedad por una alta capacidad económica de consumo y por una dinámica expansiva-absorbente de los bienes disponibles. Centenares de cubanos se colocan frente al resto en una situación privilegiada operando fundamentalmente en áreas de turismo, con impunidad e invisibilidad incompatible con el margen de tolerancia que debe poseer un régimen para garantizarse, a sí mismo, su estabilidad. La sociedad cubana se diversificaba, estableciendo una estratificación perturbadora de identidad política misma del régimen, por eso el estado adopta, con el P.R. una posición de defensa del consumo social la población, atenuando los efectos empobrecedores de los mecanismos de exclusión humana y económica que se habían generado tras la reaparición del sector privado: la subcontratación y la manipulación intencional de vínculos familiares artificiales.

En relación a ello, a mi juicio, el individualismo y la despolitización que se traduce en una anomia de valores revolucionarios son los que, muy por encima de la rápida aparición nuevamente de la prostitución y la drogadicción, constituyeron los efectos más lamentables y distorsionadores del S.D.P.E. La superestructura cultural creada por la revolución cubana se enfrenta a un desfase en el que el espíritu revolucionario, el compromiso y la voluntad de la conciencia de los seres humanos se separa del horizonte que hasta ahora había reivindicado, de manera efectiva, la dignidad humana.

El caso particular de los llamados “paladares”, manifiesta de modo abrumador este fenómeno. Generados por las políticas de apertura a sectores de inversión privados nacionales y extranjeros, que, como bien lo señalara Pérez López en 1994 constituyeron "islas de capitalismo en un mar de socialismo"[11].

El S.D.P.E. pretendiendo solucionar, con la recurrencia sector privado, el problema alimentario nacional, la escasez de bienes y el desempleo de la población local, favoreció la aparición de la categoría de "productor de alimentos ligeros" que rápidamente se transformaron en restaurantes especializados, con alto nivel de profesionalización del personal empleado. De un modo sorprendentemente rápido la aparición de los llamados “paladares” promocionó, como si se tratara de un ejemplo esperanzador, la iniciativa de emprender la actividad autónoma en el sector de la gastronomía.

Rápidamente los “paladares” elaboraron estrategias específicas que enfrentaban el aparato estatal, procurando el uso de canales clandestinos para su abastecimiento, tales como la falsa declaración de ingresos, la contratación irregular de mano de obra (cocineros y camareros profesionales, vigilancia, músicos y taxistas), la creación artificial de relaciones de parentesco, mediante realización de matrimonios por conveniencia y, por supuesto, la corrupción de inspectores que veían en ellos, una fuente extra de recursos monetarios.

El soborno a los inspectores y policías, o “propinas”, llega a alcanzar un monto de 180 pesos mensuales, indudablemente una tentación fuerte. Con ello la moralidad y el compromiso revolucionario se ven pervertidos. Se impone entonces un imaginario sociopolítico en el cual debe “intentarse pasar desapercibido” para aprovechar al máximo las oportunidades de enriquecimiento privado que el S.D.P.E. había generado dentro de la sociedad cubana. De modo también rápido, los paladares se asocian a la aparición del alquiler privado de habitaciones a extranjeros, percibido esto como un logro del esfuerzo individual al margen de las concesiones reivindicatorias logradas por la revolución. Se impone una lógica de argumentación dentro la cual “todo está prohibido; pero todo se hace”, un auténtico desfase superestructural en la conciencia y espíritu del ser humano.

Lejos de contribuir a la solución de las deficiencias del sistema económico y las condiciones materiales de vida creadas por el bloqueo, la irrupción del actor privado profundiza las deficiencias, gracias a la extraordinariamente lucrativa corrupción que desvía fondos y recursos sociales a manos privadas.

  1. Dialéctica de los desfases superestructurales

Las superestructuras son resultado de artificialidades administrativas, constituyen un régimen de coherencia entre lo político y lo civil bajo la categoría de lo cívico, configurando un marco único de valoración y realización de la conducta cotidiana humana.

Las superestructuras son por ello las regiones de sentido de la realidad histórica. Como tales permiten la convocatoria y aglutinamiento de los seres humanos en torno una iniciativa política, una conducta cívica y una identidad nacional

El debilitamiento directo de lo superestructural implica el debilitamiento del sentido de ser dentro de la sociedad civil y su consecuente fragmentación en regiones diversas de sentido y conductas. El debilitamiento de lo superestructural no es nunca debilitamiento del poder, sino de la capacidad de aglutinación del ser humano en una sociedad civil formalmente univoca, es decir, regulada por un imaginario nacional vigente. Las superestructuras no son más reales en la región de la sociedad política que lo que son en la región de la sociedad civil

En su conjunto, la región superestructural constituye los sentidos conductuales privados y públicos en los cuales el sujeto concreto no sólo cobra conciencia de su identidad, sino más aún, se reformula conductualmente bajo la forma de sometimiento cívico. Se constituye así un ámbito material desde el que el sujeto, dentro de la realidad histórica, obtiene un criterio sólido de coherencia conductual e identidad política.

Toda sociedad supera las más terribles crisis económicas gracias a las particularidades del poder en el que se sustenta, fundamentalmente porque el poder mantiene un rango de conductas que estabilizan el bloque social permitiendo materializar alternativas de salida a la crisis por terribles que sean sus costos e implicaciones

Un debilitamiento de lo superestructural puede, sin embargo, transformase en una crisis política, pues el poder político no puede subsistir durante años al debilitamiento de sus superestructuras sin que por ello entre en crisis, ya que la dispersión conductual en la sociedad genera coyunturas diversas de ingobernabilidad, que, de ser crónicas, inhabilitan la reproducción del escenario vigente del poder.

El gobierno es ante todo un organizador de la región superestructural, no un configurador de sociabilidad humana, el poder político no esta en el gobierno, sino en un escenario general de poder.

Las superestructuras se asocian a instancias de gobierno que al visualizarlas pasan a convertirse en instituciones. Simultáneamente, la institucionalización de un orden gubernamental es resultado de su traducción en orden superestructural, haciéndolo con ello un aspecto fundamental para la generación de prácticas de gobernabilidad, pues el gobierno se hace legitimo a los ojos de los ciudadanos. Las instituciones “institucionalizan” la conciencia para constituir un régimen civil de coherencia conductual e intelectual en las esferas de lo privado y lo publico de nuestra cotidianidad. Este régimen conductual e intelectual constituye relaciones de cohesión social por medio de practicas identificatorias, diferenciables y reconocibles en la cotidianidad.

El efecto más importante de cualquier discurso ideológico es traducir una realidad política en una realidad existencial, pues con ello favorece que la solución de los problemas colectivos sean tratados como personales; pero no exclusivos. En esta situación, la conciencia, que emerge desde la convivencia con otros, da lugar a un horizonte de solución que orienta la voluntades diversas constituyendo la voluntad política de una época bajo la forma de liderazgo.

En el ámbito de las relaciones de institucionalización superestructural de la conducta y la voluntad humana, se pueden presentar dos tipos de distorsiones en la funcionalidad esperable de las superestructuras, o sea en su capacidad de crear cohesión, uno es lo que llamo “desfase superestructural”, otra es la “desarticulación superestructural”, cada uno con causa materiales y alcances distintos.

Ya gramsci sugería en este sentido, en sus cuadernos de la cárcel:

“…la filosofía de la praxis sostiene que los hombres adquieren conciencia de su posición social en el terreno de la ideología... pero es observación obvia que el mundo de las ideologías (en su conjunto) está más atrasado que las relaciones técnicas de producción. Un negro recién llegado de África puede llegar a ser dependiente de Ford, aún manteniéndose fetichista por mucho tiempo y sintiéndose persuadido de que la antropofagia es un modo normal y justificado de alimentación"[12]

Sin una efectiva capacidad superestructural de aglutinar a los hombres en torno a una identidad nacional, la sociedad civil se dispersa en miles de sentidos fragmentados y de conductas amorfas, pierde con ello su coherencia

Un desfase superestructural se produce por la percepción De una alternatividad real a una realidad histórica, consiste en el abandono de los sentidos de ser particulares, conservando su significado, generándose así conductas disfuncionales con respecto al escenario de poder, solo rompen parcialmente con él, sin alternativizarlo.

Una desarticulación superestructural se produce por una distorsión económica y política, e implica la reasignación de significado a los sentidos particulares, o sea su desaparición cualitativa, pues a modo formal los sentidos se conservan; pero significan ya otra cosa, convirtiéndose en un arcaísmo ideológico operativo aún en la sociedad. Con ello la conducta pública y privada se tornan incomprensibles, llevándolo al escenario de poder a una caducidad irreparable. Una desarticulación superestructural esta a la base de la alternativización política del escenario general de poder vigente.

Por otra parte, un arcaísmo ideológico es propiamente un concepto que se traslada de una superestructura a otra, dejando atrás la condición de su existencia, para formar parte coherente de otra nueva. Constituye por ello una actualización sui generis de un concepto que, en principio, no debería formar parte de un discurso, imagen o sensibilidad ideológica en uso, pues resulta, por sus alcances, anacrónico.

La irrupción de un arcaísmo ideológico corresponde a la incapacidad de crear un nuevo concepto funcional a una nueva condición de uso del universo ideológico, debiéndose apelar así a un concepto ya existente, para hacerlo parte de un nuevo discurso identitario y justificatorio, resultando, con el paso del tiempo, abandonable por resultar absurdo. Con ello se obliga a la conciencia a crear un nuevo tipo de discurso identitario adecuado a las particularidades de su contexto histórico–político presente. Cuando la conciencia genera discurso crea su identidad.

3. Respuestas estructurales y rearticulación ideológica

La dirigencia política cubana, enfrentada directamente a los retos que ha planteado a las reformas económicas distorsionadoras generadas con el S.D.P.E., ha generado una respuesta estructural y superestructural que se organiza en dos caminos complementarios, de un lado la desaceleración a nivel macro de la reformas a través de promulgación de leyes coactivas y restrictivas como son las políticas impositivas y la particularización de esa como rectificación de la misma a nivel operativo en el agro[13] por razones que son de índole geopolíticas. Del otro, la reorganización administrativo gubernamental que enfatiza nuevos actores, como son el ejército y la juventud, constituyendo a la sociedad civil cubana en el actor histórico protagónico por excelencia del avance y consolidación del socialismo.

Tras el cuarto Congreso del Partido Comunista Cubano se hace evidente la intención de reorganizar el compromiso ideológico de la juventud y el compromiso político general de la población, como alternativa para contrarrestar los efectos negativos del sistema de dirección y planificación económica sobre lo administrativo y lo cultural. Esta respuesta estructural enfrenta el desfase superestructural que provocaban, a nivel conductual, las disfuncionales con el sistema político y sus logros[14], logrando la reducción de la oposición interna en un 4 %.

El desfase superestructural, por sus alcances dentro de la sociedad cubana, podía fácilmente erosionar hasta destruir la cohesión interna, provocando un período de inestabilidad que, finalmente, dispersaría la sociedad civil, provocando una desarticulación superestructural profunda.

La corrupción en el ejercicio público, aunado a la perversión moral de los ideales revolucionarios en las juventudes y los sectores profesionales podía generar la pasión política suficiente para dar lugar a una coyuntura desestabilizadora de subversión reaccionaria, tan soñada por la disidencia cubana.

Por supuesto la dirigencia del régimen socialista preveía con anticipación esa posibilidad, cuando genera las modificaciones del código penal del 1979, introduciéndole ocho nuevos tipos de delitos relacionados con actividades económicas privadas, tipificados como: delitos contra la economía nacional o delitos administrativos, esos delitos incluyen alteraciones de datos, abuso de poder, enriquecimiento ilegal, uso personal de recursos estatales, apropiación fraudulenta de fondos, especulación y acaparamiento, engaño a los consumidores, falsificación de certificados médicos y favoritismo.

Junto a ello, el nuevo énfasis en eliminar el desperdicio de los recursos estatales y otros factores de lo que podría denominarse "corrupción lícita"( como el cobro de pensiones por parte de jubilados que siguen trabajando tiempo completo, recibiendo un doble estipendio por parte del estado, lo que aumenta el déficit presupuestario estatal), el persistente ausentismo laboral que afecta negativamente la productividad del trabajo, la práctica de los administradores de empresas estatales de robar los recursos de sus propias empresas dirigiéndola al sector privado, crea condiciones propiciatorias para el fortalecimiento del sistema político en su conjunto y la continuidad de la tradición política revolucionaria, dando mayor autoridad a la asamblea del poder popular desde los municipios, así como la creación de consejos populares considerados como el más nuevo elemento al sistema de gobierno en la Cuba actual[15].

Como parte de ello se eliminan los comités ejecutivos a nivel provincial y municipal, y se crea el Consejo de la administración dirigido a la optimización de la administración de los recursos locales, el establecimiento del voto directo y secreto de la población, para erigir delegados en asambleas provinciales, y de diputados a la Asamblea Nacional, lo que favorece la participación de delegados de base en órganos provinciales y nacionales, como un vínculo más estrecho entre los funcionarios y los electores permitiendo mayor control sobre la función de los delegados, además de simplificar las estructuras de poder y revitalizar las asambleas de trabajadores obteniéndose así un efecto favorable para el reconocimiento cívico que se traduce en como credibilidad de la autoridad administrativa y su carácter representativo de los intereses populares.

Debe notarse que dentro de las reformas planteadas por Congreso se encuentra la ampliación de las diversas formas de propiedad reconocibles, destacándose las empresas mixtas, sociedades, asociaciones, e, incluso, la propiedad privada sobre los medios de producción, cambios que se reflejan en la constitución de la República y los estatutos del Partido Comunista.

Estructuralmente las respuestas reconstituyen a la sociedad civil como sujeto político protagonista, introduciendo una nueva dinámica democrática donde todos los habitantes eligen y son elegibles; los candidatos surgen de asambleas de masas y no del P.C.C., más notable aún es que pueden ser revocados, no sin antes rendir cuentas a la población, los dirigentes del estado, las organizaciones y los órganos representativos de las masas.

Esto ha permitido que el parlamento se abra a la participación de jóvenes entre los 18 a los 40 años, que suman en este momento 161 diputados de los 601 que constituye la Asamblea Nacional del poder popular. Extraordinaria sin duda es la composición misma de esta asamblea: 471 los diputados son graduados universitarios, 111 poseen estudios de nivel medio superior,18 preparación media básica y uno posee apenas completa primaria. De esos diputados 145 son obreros, campesinos, educadores, trabajadores de la salud, 26 son investigadores del área de ciencias,7 en el deporte, 30 son profesionales en prensa artistas o trabajadores de cultura y más sorprendente aún, 35 los diputados forman parte de las fuerzas armadas.

La revolución cubana ha logrado configurar una efectiva respuesta a los retos abiertos por los desfases ideológicos generados por del S.D.P.E. y la influencia de agentes externos en su economía con la recomposición del pueblo como sujeto histórico político exigido. Hoy, el pueblo cubano que tiene mayor acceso democrático al poder político, deshabilitando cualquier posibilidad de que desde sectores reaccionarios se argumente, en contra de la Cuba actual, el criterio de dictadura con el que crecimos los que oíamos hablar de Cuba sin conocerla, pues las imposiciones en el terreno de la política sólo se pueden dar entre sujetos desiguales, cosa que dista mucho de la realidad política cubana tras el 4º congreso.

Debe destacarse el papel de la unión de juventudes comunistas, a través de la cual se compromete a los sectores destacados de las juventudes con el afianzamiento de la cultura y el entidad política cubana, esto significa que se fortalece a jóvenes actores socialistas para recuperar, dentro del marco de una reforma profundamente democrática, la abierta la participación de masas en la organización política de la sociedad, cuyo distanciamiento o desmotivación, sabemos ya, había sido provocado por los desfases superestructurales producidos por la presencia del actor privado.

La Cuba socialista de hoy es capaz de este tipo respuesta porque su dirigencia ha tenido la inteligencia política suficiente para construir su sistema gubernamental administrativo como organismo complejo, cambiante y funcional, como un conjunto de organizaciones, organismos, instituciones partidistas estatales juveniles y de masas que tienen la misión de dirigir el proceso de construcción de la nueva sociedad y de servir de vehículo para la participación, cada es más activa, de las masas en la dirección de los procesos económicos, políticos y sociales

  1. Cuba ante el reto del fin del bloqueo

El imperialismo nunca le ha perdonado a Cuba su osadía de ser libre, herido por el machete de Martí, que Fidel ha empuñado, le ha resultado, a lo largo de décadas, imperativo anular el régimen, más que aislarlo, por ello el bloqueo económico ha sido en realidad una guerra permanente contra la identidad cultural y humana cuban forjada en un claro espíritu antiimperialista y nacionalista.

El imperialismo cree que con eliminar a Fidel, a Raúl, a todo el sistema político socialista cubano, Cuba caerá rendido a sus pies; sin percibir, como ha sido su constante, que la Cuba socialista es materialización del espíritu nacional cubano gestado desde su lucha por la independencia. Podrá desaparecer el régimen socialista, pero no por ello Cuba será una estrella más en la bandera norteamericana.

La actitud del imperialismo ha generado, dentro de Cuba, la sensibilidad política de que el régimen es capaz de enfrentar y humillar al imperio, con lo cual lo consolida, pese a sus intenciones, aun más, pues le permite ser reconocido extraordinariamente astuto y capaz, tanto así que el imperialismo sólo podría conseguir los objetivos a través del genocidio.

La permanente agresión imperialista contra el pueblo cubano y su revolución data desde la década de los 60, y se radicaliza durante la administración Reagan, que la hereda a su vez a las administraciones posteriores como una necesidad estratégica para el hemisferio, ejemplo de ello sin duda alguna es la ley Helms –Burton.

A lo largo de 49 años, el régimen cubano ha sobrevivido a más de 100 intentos de acabar con la vida de su dirigente histórico (según el gobierno estadounidense han sido solamente nueve). Ni uno solo de ellos ha sido efectivo tan siquiera para incitar la expectativa del fin del régimen, mucho menos de acabar con la vida de Fidel Castro.

Por el contrario, ha favorecido que el régimen socialista haya logrado utilizar el elemento externo como un factor de cohesión interna, haciendo comprensible para el pueblo cubano la agresión imperialista como agresión contra su nacionalidad.

Para el pueblo cubano ha sido evidente, desde hace muchos años, que el bloqueo no ha podido aislar el régimen, pues en efecto el régimen jamás ha estado aislado, ni ayer, mucho menos hoy que Cuba es el centro geopolítico de América Latina.

Si antes de la crisis integral del capitalismo neoliberal, el “sueño americano”, que la disidencia cubana en Miami vendía juventudes y generaciones medias de profesionales cubanos, lograba producir algún desfase superestructural, hoy la conciencia destruye los imaginarios al reconocer que, ese horizonte luminoso, no era más que un vulgar espejismo.

La agresión permanente del imperialismo no es funcional, ni política, ni militar, ni económicamente, el gobierno estadounidense paga un alto costo en términos de contaminación de interna su política externa manteniendo su bloqueo. La terca actitud de aislamiento hacia Cuba se convierte, progresivamente, en aislamiento del imperialismo por parte de América latina. La realidad es que la libertad de unos se ha convertido en esperanza de todos.

Nos aproximamos así a una nueva coyuntura política en las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba que estaría constituida por el fin del bloqueo económico, algo que ya ha sido valorado por régimen, y favorecido por este en la medida en que " Cuba comienza a ser un mercado interesante para los negocios norteamericanos. La política cubana ha sido precisamente incentivar este interés como vía para lograr una normalización de relaciones sin condicionamientos previos (lo que brindaría una situación menos apretada en cualquier escenario de negociación y de alguna manera seguiría así la estrategia de Vietnam) y al mismo tiempo aprovechar la aparición de mujeres en el bloqueo para ampliar los espacios internos de legitimidad"[16]

Sería esperable entonces que el discurso de la dirigencia pase de manejar la conceptualización de construcción del socialismo en situación de agresión, a la de construcción del socialismo como proyecto nacionalista a través de la confluencia de múltiples sujetos cívico-políticos.

La revolución cubana ha generado una cultura socialista y ha establecido un régimen institucional efectivo y valioso en la reivindicación de la dignidad humana, justamente por ello difícilmente la voluntad de los seres humanos no permitiría su desaparición.

El fin del bloqueo marcaría una nueva la forma de organizar el discurso político dentro de la sociedad cubana, pero no marcaría, en todo caso, el fin del bloque histórico creado por largos años de permanente revolución. Más aun podríamos esperar que, como fruto de una previsión política observable en las iniciativas generadas por la dirigencia cubana, esta constituya un nuevo espacio de construcción revolucionaria.

Es obvio que este nuevo espacio no contará con figuras protagónicas con la fuerza de Fidel, pero también es de suponer que, lo mismo que sucedido en otros procesos políticos cuando los líderes históricos fallecen la conducción política de la sociedad es asumida por múltiples sujetos.

Heredia, Abril 2009

Bibliografía

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2. Alfonso, Pablo,2000, Apuntes sobre la situación socio-económica de Cuba, Cuba: Cubanálisis.

3. Castro Formento, Manuel, 1991,¿Qué podemos hacer para eliminar el efecto depredador de la globalización?, Cuba: Universidad de La Habana.

4. Domínguez, Jorge , 1996, La transición política en Cuba, Cuba: Encuentro de cultura cubana #1.

5. Duarte Diaz, Emilio, 2007,El sistema político cubano: particularidades de su formación y

su desarrollo, Cuba

6. Estatutos del partido comunista de Cuba (con las modificaciones del 5º congreso)

Cuba: Editora política.

7. Gramsci, A.,1980, Los intelectuales y la organización de la cultura, Italia: Epistolari

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9. Guadarrama, Pablo, 1997, Humanismo y socialismo en la óptica del pensamiento marxista en América latina, Brasil: Revista de estudios avanzados.

10. Guendel, Hermann, 2002, El problema general del desarrollo del marxismo en el siglo XX, Costa Rica: Espiga #3.

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12. Henken, Ted, 2008, El sabor amargo del capitalismo, la experiencia incierta del paladar cubano 1993-2006, Cuba: Cubanálisis..

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16. Venancio, Leandro, 1993, La inversión extranjera directa y la crisis económica cubana, Cuba: Cubanálisis

17. Yañez, Eugenio, 2008, Ideología, viandas y reformas económicas, Cuba: Cubanálisis



[1] Master en Filosofía por la Universidad de Costa Rica, Subdirector de la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional de Costa Rica, autor de números artículos de opinión en el Semanario Universidad de la UCR y de ensayos especializados en la Revista espiga de la UNED, Praxis de la UNA, y la Revista de Filosofía de la UCR

[2] Siguiendo el planteamiento de A. Gramsci, hacia 1925, sobre el socialismo como nuevo momento histórico.

[3] Hacia 1985 el presidente Fidel Castro, denunciando que el trabajo político estaba siendo subordinado a mecanismos económicos argumenta: "…si esos mecanismos nos solucionan todo ¿qué le quedaría al partido por hacer?, bajo el proceso de rectificación el partido incrementa su fuerza y protagonismo”. Op. Cit. Mesa Lago,2008.

[4] Alfonso Haroldo,2008, observa en su ensayo que a partir de 1993 se produce un congelamiento de las reformas económicas para impedir el surgimiento de una economía de mercado que conduzca a una apertura política.

[5] Ted Henken, 2008, señala en su ensayo que: "desde posiciones opuestas, cuentapropistas e inspectores actúan cada uno movido por intereses de tipo económico, los primeros desean mantener prácticas que le permitan obtener ganancias elevadas... mientras que los segundos tratan de beneficiarse del trabajo privado a costa del engaño."

[6] Fidel Castro en 1987 señalaba que “es imposible incrementar la productividad laboral cuando el plan de producción se ve afectado por la falta de insumos y la permanencia del mismo número de trabajadores en la nómina de las empresas, aún cuando esta no hubiese producido, a esto le suma otro problema, la presencia de una numerosa burocracia administrativa, impidiendo que los cuadros del partido que buscarán nuevas ideas, iniciativas y fórmulas revolucionarios” , Mesa- Lago,1997.

[7] Alfonso Haroldo señala que los ingresos a la seguridad social no suman los 900 millones, pero sus gastos sobrepasan los 1.600. Millones.

[8]Haroldo, A., 2008.

[9] Según los datos publicados por la firma Gallup, en 1994 el 43% la población se autocalifica como revolucionaria, el 11% con comunistas o socialistas, y el 23% como opuestos al sistema

[10] Un dato extraordinario generado por el Banco Nacional de Cuba es su reporte hacia 1996 de que el 13% de las cuentas bancarias acaparan el 85% de los abonos, mientras que sólo dos años antes este representaba solamente el 77%, es decir, se había producido un desfase estructural en el disfrute material de la vida que permitía en cuestión de dos años el enriquecimiento de un sector minoritario la población de más de 8% anual. Haroldo, A., 2000.

[11] Henken,Ted, 2008.

[12] Gramsci,A., 1980

[13]La estructura agrícola actual en Cuba se componen de seis distintos organismos: las unidades básicas de producción cooperativa cuyo número es en ese momento de 1556 y ocupa la mayor cantidad de seres cultivables de la isla, las cooperativas de producción agropecuaria que suman 771 total ocupando el 10% de la tierra agrícola pese producirle 51% de la producción de hortalizas y el 30% de granos más del 20% el total de la caña de azúcar, las cooperativas de créditos y servicios que suman un total de 2260 y abarca en el 11.5 de la tierra cultivable, los distritos agrícolas militares que suman 189 granjas y finalmente, las granjas estatales de más de nuevo tipo dedicadas a la ganadería vacuna y producción de semillas de cultivos varios. Mesa-Lago, 2008.

[14] Fidel hacía la observación de que: “el crecimiento las actividades privadas en la primera mitad de los 80 condujo a la creación de una clase rica en Cuba, del mismo tamaño o mayor, que la burguesía que la revolución expropio. Este nuevo estrato de personas ricas tenía dinero para comprar todo y creo desigualdades e irritación entre la población”. Op.cit. , Mesa-Lago, 2008.

[15] Duharte, E., 2007

[16] Haroldo, A., 2008.

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